Si bien en una entrada anterior
realicé una reflexión final del curso, no me percaté que había obviado un contenido:
la comunicación asertiva y la retroalimentación. Por supuesto, esto no es un
problema, sino una oportunidad pues, como mencioné anteriormente, el aprendizaje
no culmina con la finalización del curso sino que, al ser autoaprendizaje, este
es constante y para toda la vida. Por ese motivo, mencioné que las
competencias, a mi percepción, no son estáticas. En el caso específico de las
evidencias que he revisado, que son el video de Rebeca Anijovich sobre la
evaluación de los aprendizajes y la retroalimentación (https://www.youtube.com/watch?v=ylB6oU9O-1g),
el video de la Pontificia Universidad Católica del Perú, también sobre la
retroalimentación (https://www.youtube.com/watch?v=7V5h4cvVgBY),
y el texto facilitado por la profesora del curso de Evaluación del aprendizaje,
Mg. Liliana Muñoz Guevara de Pebe, sobre la evaluación asertiva para la
realimentación y comunicación en el proceso de evaluación del aprendizaje (http://www.upch.edu.pe/evd/pluginfile.php/128169/mod_resource/content/1/EVALUACI%C3%93N.pdf),
aportan a la mejora de la siguiente competencia del curso: “Diseña e implementa
el sistema de evaluación del aprendizaje planteadas en un curso o módulo
formativo, considerando la elaboración de instrumentos de evaluación
pertinentes a los resultados de aprendizaje que se desean verificar y comunicar
en el marco de los actuales enfoques de la evaluación del aprendizaje por
competencias”, pues sin comunicación asertiva, esta no sería posible.
Creo que, quizá por mi carrera o
por mi intuición (pues como mencioné en otra entrada anterior, antes de esta
maestría, mi buen desempeño docente, evidenciado en la calificación que me
hacen mis estudiantes, era por cuestiones meramente intuitivas), siempre he
buscado una comunicación asertiva con los estudiantes, aunque nunca había
reflexionado al respecto y este es un momento oportuno para hacerlo. A estas
alturas del curso, ya casi finalizado, me resulta evidente y menester asumir la
retroalimentación como un proceso de comunicación entre el profesor y el alumno
que permita a este último la mejora de sus aprendizajes y la aplicación en
futuras tareas, por tanto, no debe ser (solo) al final, sino durante el
proceso; la evaluación debe ser formativa. La retroalimentación no solo es una
explicación del porqué de una calificación. Por lo tanto, la forma como esta se
da es importante. Recuerdo que antes de ayer, en la sesión presencial del curso
de Evaluación del aprendizaje, un compañero mencionó que “se mataba”
escribiendo comentarios en los trabajos de sus alumnos y después percibía que
estos no los leían, pues cometían los mismos errores. Pensando en ello, pienso
que mi compañero, definitivamente, quería asumir el compromiso de una
retroalimentación para la mejora, pero no estaba realizando una comunicación
asertiva. La retroalimentación asertiva no sólo debe brindar al estudiante soportes
cognitivos, el docente debe considerar factores afectivos y motivacionales,
algo que, a mi parecer, mi compañero no estaba considerando y, ahora que
reflexiono, creo que podría ayudarlo e intentaré conversar con él al respecto.
Como docentes, si solo indicamos
a nuestros estudiantes aquello en lo que fallaron y precisamente lo calificamos
como una falla, esto va a resultar desmotivante para el estudiante. Pensemos en
nuestras labores como docentes o en cualquier otra ocupación u oficio que
realicemos. A nadie nos gustaría que venga otra persona y nos diga: “esto que
has hecho está mal, debiste hacerlo de esta otra manera”. Muy probablemente, llamémoslo
por instinto o autoestima, ignoraremos dicho comentarios o, si no estamos muy
seguros de nosotros mismos, podríamos terminar abandonando dicha actividad. Sin
embargo, si nos dicen “Oye, esto está muy bien, esta parte me pareció estupenda…
y esta otra la podrías mejorar de tal manera…” sería diferente, muy
probablemente estaríamos más motivados y mejoraríamos. Por eso, es recomendable
que la retroalimentación inicie por lo positivo y lo negativo sea planteado no
como un error sino como una oportunidad de mejora, teniendo en claro, además,
que se está evaluando el trabajo, no a la persona que lo realizó, la cual es un
ser humano con sentimientos, sueños y motivaciones propias e individuales.
Es necesario que se cree un
diálogo entre profesor y alumno para saber qué aquel pueda identificar qué ha
comprendido este. Para ello, en mi experiencia, es fundamental la comunicación
no verbal. Muchas veces los profesores debemos tener la capacidad de leer el
lenguaje no verbal de los estudiantes pues estos, por diferentes factores,
podrían no estar entendiendo lo que intentamos comunicar o no estar motivados
al respecto y no lo manifiestan oralmente. Esta es una oportunidad, considero,
para aplicar varias de las capacidades sobre la comunicación adquiridas durante
el curso que llevamos en la Maestría: Habilidades para el desarrollo
profesional, con la profesora Roxana Cordano. Como comunicador y, por mi
carácter, creo que tengo cierta habilidad para interpretar el lenguaje no
verbal y ayudar a los alumnos cuando identifico alguna incomprensión o
desmotivación, aunque debo reconocer que es complicado. Sin embargo, solo la
práctica me ayudará a mejorar esta retroalimentación y lograr una comunicación asertiva.
Finalmente, quiero quedarme con
un reto que plantea Rebeca Anijovich: ¿Cómo hacer para que la retroalimentación
sirva para el alumno en el tiempo y no solo para mejorar una tarea? He
vivenciado la experiencia de, a partir de una buena retroalimentación, ver a los
alumnos mejorar su desempeño en un curso pero, según mi percepción, en la
mayoría de los casos los alumnos reciben la retroalimentación solo para mejorar
su calificación en dicho curso y, salvo excepciones, no aplican lo aprendido
para el futuro. Entonces, como docentes, cabe preguntarnos y buscar cómo
podríamos hacer para que la retroalimentación en particular y, lo aprendido en
cada curso, de manera general, sea asumido por el estudiante más allá del curso
en cuestión y aplicado durante la vida. Es un reto, por ahora, al menos para
mí, sin respuesta. Un reto y, como tal, asumo un compromiso de ir en busca de
dicha respuesta para intentar aplicarla en mi labor como docente.